Antes de dar comienzo la función de música y títeres, el poeta reflexionó con los niños acerca del significado de la poesía e intercambiaron pareceres sobre para qué puede servir ésta. Los pequeños participaron en un experimento lúdico: un juego con las palabras de un poema que tiene sus letras alteradas, lo que lo hace muy difícil de entender; afortunadamente, resolvieron con éxito el enigma verso tras verso: “Alguna tarde de estas, ordenaré mi cuarto…”.

Se inició entonces la función, en la que niños y niñas participaron con desparpajo y alegría. Fueron muchas las canciones que se escucharon, como por ejemplo “El ratón de biblioteca”. Los niños cantaron los estribillos, aunque rápidamente se animaron también con las estrofas, abriendo la jaula de la imaginación y escudriñando el cielo con sus telescopios mágicos. Para completar esta inmersión en el mundo de la fantasía, títeres como la bruja -que no es mala, sino tan solo víctima del argumento-, el rey, el bufón y el caballero andante salieron a escena, haciendo las delicias de pequeños y no tan pequeños.